jueves, 21 de julio de 2011

Salir de vacaciones

Mi esposa y familia en general me comenta que porque no salimos como antes, yo les digo la realidad "Las carreteras de México ahorita son muy INSEGURAS" no las voy a exponer. Y me encontré con este artículo de Denise Maerker que retrata la triste realidad de nuestro país, aunque Felipe se enoje es cierto. México no está como para vacacionar, y no es cosa de percepción. Les comparto dicho artículo.

“¿Y qué? ¿Este año no vamos a la playa...?”. Esa fue la pregunta que desató la
discusión en la hasta entonces apacible comida familiar. En la familia, desde
siempre, salir de vacaciones significa ir al mar y no a cualquier mar, al
Pacífico mexicano.
“A Acapulco no se puede ir”, dijo, de inmediato y categórico, uno de mis
hermanos. Y no porque la carretera sea peligrosa, que sí es peligrosa, ni
siquiera porque ya no se puede salir de noche, sino porque no se puede
vacacionar en un lugar donde sabes que se están matando a unas cuadras y que una
mañana cualquiera amanecen puentes con cabezas colgadas.
Silencio.
“¿Y Zihuatanejo?”, preguntó tímido mi sobrino. “¿Y cómo llegamos hasta allá?”,
preguntó otro de los comensales. “Ni modo de irnos en caravana, recuerden que la
última vez en Michoacán un joven nos aconsejó que no nos fuéramos siguiendo muy
de cerca porque alguien se podía confundir. Y ni hablar de ir en avión, es muy
caro, somos muchos y luego cómo nos movemos allá”.
Lorenzo quiso abrir posibilidades: “Podemos irnos por Morelia, la carretera es
increíble”.
—Ya se te olvidaron los retenes llegando a Lázaro Cárdenas y el ambiente que se
respira— le respondió su mujer.
Muy a mi pesar y contrario a la posición que defendí en años anteriores
intervine dando datos: “Ahora que mataron al joven arquitecto en Ixtapa me
enteré de que van 59 ejecutados en la zona”.
—Bueno, pero nada más falta que tomemos la decisión con base en el número de
ejecutados… —dijo irónica una de mis cuñadas.
—Pues no sería tan mala idea —me defendió mi hermana.
La conversación se fue muriendo y en los ojos de los niños se podía ver hacia
dónde apuntaba el consenso: no iríamos al Pacífico y quién sabe si al mar porque
las otras playas quedan lejos y no hay dónde dejar a los perros.
Se veía venir. Ya hace dos años cuando fuimos a las costas de Michoacán la gente
se paseaba cargando el silencio que imponía la prudencia, como nos lo explicó
una lugareña: “Ni una palabra sobre violencia o sobre ellos, nunca sabes quién
te está escuchando”. Y a Oaxaca hace años dejamos de ir porque nuestros amigos
nos alertaron sobre la llegada de Los Zetas o de presuntos zetas que estaban
extorsionando en la zona y que secuestraron y mataron al dueño de un popular
restaurante de Puerto Escondido.
Ayer me puse a hacer unas llamadas a la zona para retomar contacto con mexicanos
y gringos que eligieron vivir en esas playas: retirados, músicos, artistas,
ecologistas. La información fue descorazonadora: está peor, me dijeron todos.
Algunos ya no están, cerraron sus casas y pierden dinero: “Ni modo de irte por
la violencia y rentarle a unos incautos”, me dijo una amiga.
Calderón tiene razón cuando dice que las posibilidades de que maten a un turista
son muy bajas. La mayoría de los muertos son gente vinculada de alguna manera
con los grupos criminales. Pero, ¿se puede agarrar carretera pensando en los
retenes? ¿se puede vacacionar en pueblos donde la gente tiene miedo? ¿jugar en
las olas fingiendo que se ignora que a unos metros hay gente jugándose y
perdiendo la vida?
Cuelgo con Susana, una mujer que ha trabajado durante años en hoteles y casas de
la costa de Ixtapa a Troncones; me dijo que no va a trabajar en estos días
porque le cayeron 37 familiares que viven en la sierra.
—¿Y por qué llegaron, Susana?
—Pues, ya ve... —me contestó.
Ahora a ver a dónde vamos.

Chao Bye

1 comentario:

Eduardo Bustamante dijo...

Súmale el no tener dinero para el hotel, gasolina que sube cada mes, casetas que están por los cielos, etc, etc.

Buenas vacaciones a todos, igual y acapulco en la azotea jaja...