No estoy hablando de Ana Guevara, ni de Lorena Ochoa, me refiero a la mejor, a la única, Rosario Iglesias, mejor conocida como "Doña Chayito", la voceadora que subía las escaleras de los edificios de la colonia Napoles a pie para hacer sus entregas de periodicos puntualmente, la que se ponía nerviosa en cada competencia a la que asistía en el extranjero porque pensaba que de no quedar entre las primeras no podría regresar a México por la vergüenza que tendría, esa vergüenza que actualmente nadie ha demostrado en el deporte mexicano cuando regresan derrotados, como por lo general, del extranjero.
Cosechó mas triunfos que ningún mexicano jamas ha soñado en conquistar 31 medallas internacionales y 72 nacionales en competencias de velocidad en la categoría de masters, a muchas de las cuales tuvo que pedir cooperación a sus compañeros voceadores para poder asistir, porque como casi, casi siempre pasa aquí en México, la conade no la apoyaba como debía ser, ellos estaban mas preocupados en registrar a sus familiares y amigos para los juegos olímpicos, lo demás siempre ha sido lo de menos.
A sus 98 años de edad, de un paro cardiaco, murió la madrugada de este viernes 30 de Enero de 2009, nunca siendo ni siquiera nominada al premio nacional del deporte, si recibiendo el premio del deporte capitalino (D.F) y fue recibida por el entonces mandatario Vicente Fox Quezada en la residencia oficial de los pinos. Dejó 2 hijas, 15 nietos, 30 bisnietos y 6 tataranietos quienes estarán, como muchos mexicanos que la admirabamos, lamentándo su deceso, descanse en paz quién conoció la gloria antes de morir, descanse en paz, Rosario Iglesias: "DOÑA CHAYITO".
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