miércoles, 18 de marzo de 2009

Se los dejo a su consideración y ojala lo lean en Francia

DECHIRANT, DESGARRADOR

A la opinión pública:
Mi nombre es Cristina Ríos Valladares y fui víctima de un sucuestro, junto con mi esposo Raúl (liberado a las horas siguientes para conseguir el rescate) y mi hijo de entonces 11 años de edad. Desde ese día nuestra vida cambió totalmente. Hoy padecemos un exilio forzado por el miedo y la inseguridad. Mi familia está rota. Es indescriptible lo que mi hijo y yo vivimos del 19 de octubre del 2005 al 9 de diciembre del mismo año. Fueron 52 días de cautiverio en el que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de tortura sicológica. El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel Vallarta y Florence Cassez, esta última de origen francés, quien ahora se presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo. Desde nuestra liberación mi familia y yo vivimos en el extranjero. No podemos regresar por miedo, pues el resto de la banda de secuestradores no ha sido detenida. Hasta nuestro refugio, pues no se puede llamar hogar a un lugar en el que hemos sido forzados (por la inseguridad) a vivir, nos llega la noticia de la sentencia de 96 años a la que ha sido merecedora Florence Cassez, la misma mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio… la misma voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo, junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño. Ahora escucho que Florence clama justicia y grita su inocencia. Y yo en sus gritos escucho la voz de la mujer que, celosa e iracunda, gritó a Israel Vallarta, su novio y líder de la banda, que si volvía a meterse conmigo (entró sorpresivamente al cuarto y vio cuando me vejaba) se desquitaría en mi persona. Florence narra el “calvario” de la cárcel, pero desde el penal ve a su familia, hace llamadas telefónicas, concede entrevistas de prensa y no teme cada segundo por su vida. No detallaré lo que es el verdadero infierno, es decir, el secuestro. Ni mi familia ni yo tenemos ánimo ni fuerzas para hacer una campaña mediática, diplomática y política (como la que ella y su familia están realizando) para lograr que el gobierno francés y la prensa nacional e internacional escuchen la otra versión, es decir, la palabra de las víctimas de la banda a la que pertenece la señora Cassez. Pero no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no sólo novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio), ahora aparezca como víctima y luche para que se modifique su sentencia. Si lo logra o no, ya no nos corresponde a nosotros, aunque no deja de lastimarnos. Esta carta es sólo un desahogo. El caso está en las manos de la justicia mexicana. No volveremos a hacer nada público ni daremos entrevistas de prensa ni de cualquier otra índole (nuestra indignación nos ha llevado a conceder algunas), pues nuestra energía está y estará puesta en cuidar la integridad de la familia y en recuperarnos del daño que nos hicieron. El nuevo vigor que cobró la interpelación de la sentenciada y el ruido mediático a su alrededor vuelve a ponernos en riesgo. Gracias por su atención.
Cristina Ríos Valladares

Chao Bye

1 comentario:

Gebusca dijo...

Grandísima hija de su chingada y francesa madre, la verdad es que aunque no hubiera tenido que ver directamente: tanto peca quién agarra la vaca como el que le agarra la pata, se que no es el caso, aquí tuvo y tiene que ver en el secuestro de esa familia y en la cicatriz mental que jamas y creelo que jamas se les borrará. Recuerda que yo fuí victima de un asalto y secuestro de unas horas de niño, junto con mi madre y un primo, a veces mientras caminaba por iguala, como cualquier niño, rumbo a las maquinitas, escuela, etc.... sentía que me perseguían e incluso me escondía en cualquier comercio, abajo de un escritorio, hasta que pasara según yo el peligro, eso de alguna manera nunca se borra, ahora lo demuestro con la protección que tengo hacia mi familia, creeme a nadie se lo deseo, bueno si, si se lo deseo a los secuestradores y violadores, ojalá sientan tanto miedo que no puedan ni salir de su casa, que su infierno lo vivan aquí en la tierra, que es, según mi punto de vista, donde se tiene que vivir, saludos.